Cuando
escuchas una canción, la mayoría de veces te gusta su letra por su significado,
porque son
experiencias que
otros han vivido o que incluso tú has vivido.
Lo mismo,
ocurre con la literatura. Por mucho que leas no
se es mejor persona,
pero es un factor que ayuda a conocerse a si mismo y a los demás; transmite sentimientos, formas de pensar, de actuar, etc. Muchas de las frases de un libro o de un poema
marcan experiencias en la vida, momentos puntuales de una persona.
Todos
comenzamos confiando
en el lobo, le echamos
imaginación a la vida como Edmundo en su libro de la imaginación, vivimos cada día como si fuera el último junto a el lobo, como lo hace
Walt Whitman, nos llevamos esa decepción como caperucita; sentimos amor, rabia y soledad, como cualquier canción
de la oreja de Van
gogh; creemos que el
lobo tendrá su merecido porque una vez leimos que el tiempo pone a cada uno en su lugar; y seguimos buscando el amor;
porque gracias a Paulo Coelho, aprendemos que no se debe juzgar al amor por el sufrimiento del
pasado.
De esta
manera, la literatura te da ese pequeño empujón para comprender tu situación o
la de otras. Conoces tu personalidad y aprendes a actuar mediante esas frases grabadas una y otra vez en la cabeza.